Después de cada error, de cada fallo hay una opción para hacerlo mejor… Eso es mejorar, crecer y aprender.
“Rodilla al suelo, agarre fuerte, mirada alta y empujar con todo, da igual el número que lleves a la espalda, el objetivo es el mismo, sumar.”
Me enseñaron esto dentro del campo, era la primera oportunidad después de un error, solo existía trabajo, después ya hablaríamos del resto.
Lo mismo me enseñaron mis padres desde pequeño, mis hermanos en cada pelea y en cada abrazo, mis compañeros en cada gesto y mis amigos en cada paso a mi lado.
Lo mismo intenté durante 7 temporadas al frente de la escuela, desde que me propusieron esta bendita locura con tan solo 21 añitos pero un saco de ganas que no podía ni arrastrarlo.
Me embarré cuando tocó, recogí méritos cuando los había cosechado mi equipo, abracé, reconocí y valoré en cada esquina que doblaba, transmití pasión, energía y amor por cada acto, gesto e intención. Enseñé hasta lo que no sabía, defendí, protegí y eduqué en partes iguales… compartí, regalé y disfruté con todo lo que pude. Pero sobre todo me equivoqué, una y otra vez y aprendí de cada uno de esos errores, de cada una de esas personas que estaban ahí en cada momento vivido.
Solo puedo agradecer a todos aquellos que me han acompañado en este precioso viaje, no doy un paso atrás, ni al lado, lo doy hacía adelante, para seguir creciendo, para seguir siendo mejor que era ayer, esto me ha enseñado el rugby y esto seguiré transmitiendo. Gracias a todos y cada uno de los entrenador@s, delegad@s, jugador@s y padres y madres con los que he tenido la gran suerte de trabajar y compartir partes de este precioso viaje.
Gracias eternas a mi madre, mi hermano mayor por dejarme ser el que mandaba en este proyecto, a mis estrellas, una en el cielo y una más lejos de lo que me gustaría. Gracias papá y gracias enana (mi hermana pequeña).
No pienso olvidarme de Peewee, muchos, por desgracia ya no saben quién es, tiene el número 1 en el carnet de socio y fue el primer inconsciente en pensar que yo podría aportar algo a este club, ¡lo peor es que sigue pensándolo! Un amigo que me regala el rugby, un hermano que me da la vida.
Unas gracias enormes a todo el club, a cada una de las personas, jugadores/as, místers, padres/madres, presis (especialmente Mauri y Emilio)… por dejarme crecer a vuestro lado.
Solo deciros que no dudaré ni un segundo en volver a clavar la rodilla al suelo y empujar hacia adelante.