La liga ha comenzado, y en casa y con gente en las gradas, y con el bar abierto, y con un tercer tiempo algo pobre por oxidación pandémica, pero al menos incipiente. Surge un ritmo exigente para todos y cada uno de los componentes del equipo, hay errores, torpezas escenográficas, olvidos y otras yerbas. Saber ensamblar la logística de toda la complejidad que requiere poner dos grupos de jugadores en competición que forman un sólo equipo es el desafío. Nuestro Staff técnico busca definir la estrategia a última hora, crear cierta ansiedad a favor de que nadie se relaje, a favor de que todos sientan que ganarse el A será para aquellos que asistan, que progresen, que no duerman en el talento adquirido, la madurez en juego o el acostumbramiento a las caras conocidas. Se premia la actitud entre otros valores, las ganas de crecer, de ayudar al equipo a conquistar sus metas, a integrarse e integrar. Y el B, no es otra cosa que el área donde deben templarse aquellos jugadores que por su juventud, su propio proceso de aprendizaje, su carácter y confirmación les dará oportunidades de desarrollo, de estar en el A, o simplemente de disfrutar del deporte formador que han decidido para sus vidas.
Esto es rugby, un conjunto de valores puestos en juego donde lo único indispensable es la actitud, todo lo demás se aprende, pero el fuego interior que enciende el proceso evolutivo es, sin duda, la actitud. La predisposición a progresar da por descontado el sacrificio, el respeto al proceso individual y colectivo. El ensamble se hace rocoso, en el camino surgen las limitaciones propias y ajenas y las preguntas ácidas invaden la procesión interna: «estaré a la altura?», «seré un jugador B para siempre:?, «este es mi deporte o estoy aquí por los colegas de toda la vida?», «bajaré del A por mi pobre desempeño?», «haré el clic este año o seguiré en las medianías del no puedo?», «ganaré musculatura, me sentiré más seguro?, «me observarán por fin para la catalana?», «Vendrán mis padres a verme?», etc, etc, etc… Las sensaciones entusiasman un día y boquean fuera del agua otro, reptan en un momento y florecen en otro. Mentalmente se nutre el mal nutrido, se desespera el ansioso, se escabulle el egoísta, se florea seguro el talentoso, pero entre la diversidad de jugadores y emociones rompen el molde los notables. Y los notables no son otros que aquellos que mantienen la actitud, que no bajan los brazos, que se equivocan haciendo, que crecen en la adversidad, que animan al desanimado, que apoyan al valiente, que suman aun en las batallas imposibles.
Por eso hay indispensables, los llamamos notables porque cuando juegan queman siendo incombustibles, porque cuando no jueguen animan cerca, muy cerquita del campo y fuera de él y en todas partes. Integran fuerzas, alientan en los entrenos o se van silenciosos al gimnasio a tonificar su voluntad o un dedo gordo si les es posible, se arriman con muletas o cojeando, sonríen y valoran seriamente el esfuerzo ajeno, se suman a la fiesta de la victoria o le bajan el precio al fracaso para que la resurrección no sea penosa, valoran el talento, atienden al herido, corren con los bidones de agua si su lesión lo permite, levantan banderines. No hay en ellos sombra de envidia, bajan a los infiernos a buscar esas fuerzas necesarias para volver al campo, pero no al juego, porque en el juego viven. Los notables compiten consigo mismo todo el eterno tiempo y lo hacen con gusto. Sepultan cada día cualquier imposibilidad con su tenacidad y confianza, construyen su perseverancia contra toda fuerza inicua que pretenda detenerlos. Su coraje es intenso y su humildad fundamento, los notables nunca pierden, ni cuando pierden y su lucha va mucho más allá del deporte. El equipo está por encima de su singularidad y harán lo que haya que hacer para construirlo. El secreto de estos sujetos? … Pues que a los notables les gusta la existencia, disfrutan a pleno del desafío de estar vivos.
Por ello quizá el notable no espera con gran ansiedad una convocatoria, estará donde le toque y hará lo mejor que sepa hacer, lo dejará todo y se preguntará en soledad… «Cómo puedo progresar en este aspecto o en el otro?» El notable se autoconvoca, juega y punto pelota. Si es en el B pues bien, si es en el A pues mejor, si es en la Catalana allá vamos!, si queda pues bien, sino pues bien, si se lesiona pues a recuperarse. El notable, si puede, hace fintas en el campo, pero jamás esquiva el bulto en el juego de la vida. Y claro… Se aspira a formar equipos de notables, Staff completos incluidos, si en cada categoría cada miembro de nuestro deporte no eludiera el compromiso adquirido y con picardía, trabajo, transparencia, autocrítica y honestidad hiciera lo mejor que puede en su tarea, podremos de verdad gritar genuinamente: Una vez Santcu, siempre Santcu!!!… Todos sabrán entonces de qué madera esta hecha nuestra casa, en un mundo a veces obvio y ordinario, nuestro club puede hacer posible personas notables, lucir su formación y gritar su lema con alta convicción. Se habla mucho de los valores del rugby, y creemos que no son otra cosa que valores humanos que se ponen de manifiesto en el rugby, pero que no son excluyentes de otros deportes y actividades en el territorio de la experiencia y la cultura evolutiva. No fomentamos estos valores porque son «políticamente correctos», los valoramos porque son felizmente eficaces para el goce de una vida plena, sea en lo individual como en lo colectivo.
PREGUNTAS
Crees que es un síntoma evolutivo premiar internamente a miembros de cada categoría en cada fin de temporada por su aporte extraordinario al club?
Qué valores crees que el Club debería premiar anualmente? Honor / Talento /Esfuerzo /Otros…?
Crees que tales premios a jugadores/técnicos/delegados permiten una integración del club y fomentan los valores de nuestro deporte o te parece irrelevante este gesto?
EQUIPO S /18